Elegir la tela únicamente por su color o diseño no es lo
correcto. Previamente, es aconsejable informarse acerca de su composición. Cada
tipo de tejido tiene particularidades que determinan su rendimiento y correcta
aplicación
BROCADO
Es el nombre que recibían los tejidos fabricados con hilos
de metales preciosos (oro o plata), sustituidos en la actualidad por fibras
sintéticas.
Características: Muy resistente. De su confección se
obtienen atractivos dibujos en relieve de diferentes colores.
Usos: Tapicería y cortinas.
CHENILLE
Lleva el nombra del tejido que la compone, formando una
trama de hilos pequeños cortados que le otorgan aspecto aterciopelado.
Características: Puede ser de algodón, lana o lino, aunque
lo habitual es la mezcla de fibras sintéticas y naturales para garantizar
resistencia y pocas arrugas.
Usos: Tapicería y cubrecamas.
CHINTZ
Puede ser grueso o fino, con una cara satinada con resina
sintética para darle brillo, aunque éste se pierde con el lavado. Los hay de
diversos materiales pero lo habitual es que esté tejido con algodón de hilado
fino. Generalmente viene con motivos florales o de hojas.
Usos: Tapicería, cortinas y almohadones.
CORDEROY
Tejido con bastones y canaletas, de pelo cortado. Los
bastones pueden ser gruesos o finos.
Usos: tapicería.
CRETONA
Aunque originalmente
estaba compuesta de un lino de hilos gruesos, hoy se denomina cretona a las
telas inglesas de inspiración clásicas.
Características: Son muy resistentes y variadas en diseño.
Usos: Tapicería, cubrecamas y fundas.
DAMASCO
Parecido al brocado, pero más fino y menos pesado por no
tener relieve. Tejido de algodón o seda, con efecto brillante o mate obtenido
mediante el ligamento. Se mezclan como máximo dos colores. Usos: Tapicería,
cortinas o almohadones.
Algunos consejos
para valorar las telas
La tela base: La
clave para no equivocarte a la hora de vestir un ambiente es elegir primero la
tela base: es decir, la del mueble principal y más voluminoso (sofá, cabecero,
etc.) Siempre es mejor optar por una tela lisa como base, que abra el juego para
combinarla con otras piezas de mobiliario o con detalles de diferentes colores
y estampados.
Elegir el color:
Al entrar en una habitación, la primera sensación que recibís se asocia al
efecto del color predominante. Así, la combinación de telas en blanco y azul
suele tener un efecto fresco, limpio y relajante; los tonos cremas y amarillos
por lo general resultan alegres y luminosos; los tostados y crudos
(especialmente en tejidos como arpilleras o linos) transmiten naturalidad; los
bordó, marrones y verdes, en tapicerías y cortinas, crean atmósferas más
sofisticadas.
Unificar los
ambientes: Para ganar sensación de orden y conseguir una casa más serena,
es recomendable buscar un hilo conductor que unifique las telas de toda la
casa. Si optás por el color, elegí una base lisa. Si preferís repetir un
estampado, optá por uno discreto y pequeño (flores, cuadros, cenefas). Lo más
sencillo, sin embargo, es elegir una textura (es decir, un tipo de tejido) y
jugar con diferentes tonos para personalizar cada habitación.
Potenciar
habitaciones amplias: Para que un espacio grande se vea más acogedor podés
vestir las ventanas con juegos de cortinas y estores, elegir tejidos de tacto
rico y aterciopelado o apostar por las tapicerías oscuras (siempre dentro de
una paleta cálida -tostados, rojos y marrones).
Ampliar espacios
pequeños: Elegí telas lisas o con motivos pequeños. Las cortinas de
texturas ligeras, como organzas, voiles, batistas, seda y lino, resultan
perfectas para rescatar la luz natural, y por tanto, para ampliar visualmente
el espacio. Las telas lisas en tonos piedra y crudos son ideales para conseguir
ambientes despejados y crear sensación de mayor amplitud.
Para ganar profundidad: Lo mejor es jugar con diferentes planos de
color. Para un salón distribuido en "U", colocá una tapicería más
oscura en el sofá del fondo y tapizá con telas más claras las butacas o los
sillones de los laterales. Así aporta más sensación de amplitud. Tapizar
pequeñas piezas (butacas, pufs) con telas estampadas también ayuda a enriquecer
el espacio.
Lograr calidez:
Uno de los recursos más habituales es elegir tejidos suaves y amables al tacto,
como el chenille y el terciopelo para las tapicerías, y el lino mezclado con
seda, muselina o voile para las cortinas y visillos. El color también es
fundamental a la hora de "abrigar" un espacio: un fondo crema o crudo
salpicado de detalles tostados o anaranjados es una apuesta segura para crear
un ambiente acogedor.
Asegurar resistencia:
En una casa con niños pequeños o con muchos miembros de familia, lo prioritario
es elegir tejidos resistentes y prácticos. Es mejor no optar por materiales
naturales 100%, ya que son más delicados. Las fundas de tapicería en trevira,
chenille o loneta, son perfectas, porque se pueden lavar en casa y resultan muy
fuertes.
Texturas que decoran:
En un espacio pequeño o con poca luz, lo mejor es que todas las telas sean
lisas. Para que no quede aburrido, se puede combinar telas texturadas (con
relieves o bordados) y de diferentes tactos.
Secretos para un
mejor aprovechamiento
En términos generales, se calculan entre 10 y 12 metros de
tela para un sillón de dos plazas, mientras que uno de tres plazas demanda
entre 14 y 16 metros. Para una butaca se requieren 2 ó 3 metros de tela. En el
caso de una silla harán falta unos 80 centímetros si se retapiza solamente el
asiento, y alrededor de 1 ó 2 metros si también se tapiza el respaldo. El
cálculo se debe ajustar según el estiramiento del género elegido o si son
estampados o con motivos.
La durabilidad del
tapizado depende de las telas que se elijan. La clave es que sean resistentes y
compactas. Deben descartarse aquellas que al tensarlas se deforman o si se
produce una apertura de la trama de hilos. Existe una amplia gama de géneros
prácticos, durables y fáciles de mantener, como por ejemplo, los chenilles o
panamás. Son tejidos con texturas fuertes y más sufridos que los lisos, como
sedas o satenes, que absorben las manchas rápidamente y dejan aureolas
visibles.
Muchas telas ya salen
de fábrica con algunos tratamientos químicos que facilitan su limpieza y
aumentan su resistencia. Los tratamientos más frecuentes son contra el
fuego, las manchas y las arrugas. Estos tratamientos pueden aplicarse sobre
cualquier tipo de tela. Son ideales para las casas donde hay chicos.
Una buena idea es
reforzar las áreas de más roce de un sillón con protecciones de la misma tela.
Esto se logra, fundamentalmente, con fundas para apoyabrazos que protegen la
zona y permiten su limpieza cotidiana.
Es bueno saber que el
grosor de una tela no garantiza su calidad y resistencia. Para ello siempre
es recomendable el asesoramiento de un experto ya que la composición de los
géneros y el tipo de tejido es lo que define su duración a lo largo del tiempo
y las condiciones de cuidado y mantenimiento.
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